Llegaron los días de confinamiento y a los más pequeños de la casa les surgió una gran duda: ¿qué pasaba si se les caía un diente?, si nadie podía salir de casa ¿qué haría el Ratoncito Pérez? Por suerte, los cuerpos de seguridad aclararon que le habían dado al Ratoncito Pérez un salvoconducto especial para que pudiera visitar a todos los niños que perdieran un diente durante estos días.
Y es que este pequeño visitante que aparece mientras dormimos cuando se nos cae un diente para cambiar la pieza dental por una moneda o un regalo pequeño, nos ha supuesto muchas noches en vela durante la infancia y muchas preguntas ¿de dónde venía?, ¿qué hacía con todos los dientes?, ¿dónde guardaba los regalos?
La historia del Ratoncito Pérez nace en España en el siglo XIX, el escritor, periodista y jesuita Luis Coloma recibió el encargo de escribir una historia para niño rey Alfonso XIII, de ocho años. Coloma, que contaba con experiencia en cuentos infantiles, decidió hacer una historia con el niño como protagonista y que además le enseñara algo.
En el cuento el rey Bubi (apodo con el que la reina María Cristina llamaba cariñosamente a su hijo) conoce al Ratoncito Pérez y se hacen amigos. El roedor le enseña cómo viven sus súbditos más pobres, en especial los niños.
Al final gracias a su amigo, el niño aprendió a valorar lo que tenía, a ser justo, bondadoso y generoso con los demás.
En la actualidad el manuscrito del cuento se conserva en la biblioteca del Palacio Real de Madrid, así como una copia de la primera edición de 1902 y una reedición ilustrada de 1911.
Esta misma figura existe en otros países aunque recibe otro nombre, como en Italia que es el «Topolino» (ratoncito, en italiano), o en Francia que tienen a «La petite souris» (El ratoncito).
En muchos países anglosajones o en Alemania sustituyen al Ratoncito Pérez por un hada, el Hada de los Dientes.
En otras culturas la figura del Ratoncito Pérez desaparece y en su lugar se instauran otras tradiciones, como ocurre en la India, Japón o Vietnam donde es común que los niños lancen sus dientes y deseen que sean sustituidos por los de un roedor, ya que estos tienen la capacidad de que sus dientes crezcan durante toda su vida.
En Oriente Medio los más pequeños también lanzan sus dientes, pero en esta ocasión lo hacen hacia el sol. Existe la antigua creencia oriental que asegura que de esta manera los dientes definitivos saldrán derechos.
Independientemente de la tradición, es una forma de representar un momento crucial en la vida de los niños que marca su proceso de crecimiento. Es importante que los más pequeños visiten de manera regular al dentista y aprendan a tener una rutina de higiene.